decirle lo que él ya sabe (Romanos 8:34). Pero podemos acercarnos “confiadamente” (con libertad de palabra) a su trono y derramar allí nuestros corazones, y él nos ayudará (Salmo 62:8; Hebreos 4:16). Mientras más hablaba Cleofas, más se condenaba a sí mismo y a su amigo por su incredulidad. ¿Qué más evidencia querían? Había testigos (incluyendo los apóstoles) que habían visto la tumba vacía. Ángeles habían anunciado que Jesús estaba vivo. Otros testigos le habían visto vivo y le habían oído hablar.
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